- ¿Y si hablamos de lo
de los residuos del amor?
-He escuchado cientos
de canciones, leído miles de poemas y cartas profesando ese «mar tempestuoso de
emociones», he permanecido estoico ante las más épicas
gestas relatadas en nombre del sentimiento más puro. Pero no lo comprendo,
doctor Crabz. ¿Usted sí? Quiero decir; hasta Don Quijote, preso de su locura,
sabía desde los inicios de su cantar que debía darse al amor espiritual no
correspondido. Estaría incompleto sin una musa que lo inspirara. ¿Por qué
incluso Cervantes en una historia de hace quinientos años fue capaz de formular
su propia imagen del amor y yo, en cambio, no alcanzo a ver algo más que la
desventura inclemente a la que todos parecen lanzarse de buen grado? Usted sabe que siempre
he sido el primero en aceptar de buen grado que estoy mal de la cabeza. Es solo
que; al menos en este caso, considero que la razón me pertenece, doctor.
-El amor es lo que está más allá de tu compresión, joven Mirto. Cometes
el error de todos aquellos que nunca se han enamorado: buscas el amor a través
de lo que conoces, y es precisamente allí donde jamás lo encontrarás. Bien lo
dijiste, es una apuesta, lanzarse del precipicio, temiendo a lo desconocido,
sueltas el control de tus emociones y te preparas para lo peor, pero recibes lo
mejor. Cierto es que no todo son rosas, coser y cantar… algo sé de amor, y mi
respuesta socrática es que nada puedo aconsejar porque con sentir he
desaprendido lo escrito, pero obtuve un conocimiento primitivo: El temor a la
incertidumbre, No cambiaría esa montaña rusa por una vida sensata, Mirto. Y soy
psicólogo.
- Usted es el loco y yo pago la consulta. Que mundo.
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