¡Saludos, compañeros de viaje! Hace unas semanas que no pasaba por acá. Mea culpa. Traigo una pequeña actualización de la historia, acompañada también de unos cuestionamientos internos sacados a flote por el flujo de la escritura. Por ejemplo, las influencias.
Soy un asiduo lector de la fantasía, por supuesto, siempre digo que he leído muchísimo menos de lo que quisiera, pero eso no es tanto una queja como parte de mis motivaciones por seguir explorando mundos. Dentro de la fantasía, el Mundodisco es mi paraíso terrenal. Y es que las obras de Sir Terry encontraron en mi cabeza un amante de sus coloridas y desternillantes narrativas. Aún mantengo la deuda de actualizar al blog con entradas acerca de sus personajes emblemáticos.
El caso es, yendo al asunto, que inevitablemente mi estilo se ha visto matizado por las lecturas y experiencias que he adquirido con el tiempo, asimismo, me he encontrado con graciosos símiles entre lo que escribo y el sello de Sir Terry. Sin embargo, no es el único norte que proyecta mi brújula de inspiraciones: Soy un Tolkiendili irremediable y no puedo evitar sumar al estereotipo, aunque es uno de esos rebaños a los que da gusto pertenecer (recientemente me he percatado que soy más friki de lo que pensaba) .
Y de estos autores no devienen mis únicas influencias. Hay un sinfín de otros libros y escritores que me han marcado y los que vendrán también estoy seguro que dejarán su huella. Por supuesto, tengo mi estilo e intento adaptar lo aprendido. Puede ser un problema llegar a perderme entre textos y convertirme en una burda copia de alguien más, por tanto conservo mis precauciones.
En fin, los dejo con un nuevo fragmento de la leyenda. Espero actualizar con mayor regularidad, mientras tanto, reafirmo que este blog y su idea están lejos de morir. Un fraternal saludo a cualquier alma que cruce el umbral del espejismo interdimensional y llegue por azar del destino hasta acá. Es mi deseo que disfrute su estadía, camarada.
No entendían a qué le hacían frente y eso no los
detuvo.
Les dio fuerza.
Solo el fuego de la voluntad calentaba en las cumbres
heladas.
Días o semanas habían pasado desde el último sol
O la última estrella.
Las ánimas de la incertidumbre acechaban a los lados.
Apretaban el camino.
El que era líder nunca vio atrás.
Nadie dudó jamás.
A lo lejos surgía un camino. Ojos en llamas señalaron
las escaleras.
Ahora el valor iba adelante. Conocían sus fuerzas y
flaquezas.
Sabían lo que estaba cerca. No se inmutaron cuando se
acrecentó la ventisca.
Vivían para ser leyendas. Y estaban por escribir una.
Aún a lo lejos, divisaron la mansión del Dios del
Hielo…
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