Pocos textos habré escrito tan concisa y precisamente como este ensayo. No hay mucha historia detrás del mismo (no todas nuestras acciones cuentan con anécdotas contextuales dignas de ser contadas), situación que me imposibilita de brindarles un prólogo ameno que nutra al texto protagonista; para ser honestos, no acierto a recordar siquiera cuándo ni el porqué redacté este ensayo. Pese a todo lo comentado; es de esos textos que no pierden vigencia, ahí es donde radica su -a riesgo de sonar altivo- magnificencia. Es una aseveración argumentalmente estructurada y, como tal, detalla una perspectiva que sigo sosteniendo hoy en día: La objetividad es inalcanzable. Sin embargo, nuestro deber es nunca dejar de perseguirla. Pues bien, para quien pueda interesar, una óptica del espectro de la objetividad, por Humberto Briceño:
Archivero público de todo lo que alguna vez he escrito y probablemente escribiré... tal vez con una que otra excepción. Por cierto, para ver las entradas, solo debes seguir bajando.